La chatarra no es más que un conjunto de trozos de metal viejo o de desecho, especialmente de hierro, pero tiene mucho valor. Estos residuos no son muy amigables con el medio ambiente, es más, resultan muy agresivos con para el ecosistema natural por lo que cada día más se impone la necesidad de deshacerse de ellos de una manera responsable y regulada por lo debe realizarse a través de un centro autorizado para ello que los trate adecuadamente.
Que los residuos sigan un canal adecuado de reciclaje es fundamental. Como ejemplo de una adecuada segunda vía, puedes visualizar que un coche de tamaño medio contiene unos 800 kg de acero y 130kg de metales no ferrosos. Si su fabricación no se nutriera de reciclaje ya habríamos extinguido todas las reservas de hierro. Afortunadamente las plantas de reciclaje ferroso y de chatarra en general trabajan a pleno rendimiento a nuestro alrededor. Cuando reciclamos chatarra reducimos la contaminación del agua, aire y los desechos de la minería. El reciclaje de metales puede ser de diversos tipos: de elementos férricos (chatarra de hierro y acero), no férricos (chatarra de otros metales como cobre, bronce, latón, zinc, acero inoxidable, aluminio, níquel, plomo, aceros especiales…) y mixta (chatarra de hierro o acero mezclada con otros metales).
Según estudios acreditados, de los 784 millones de toneladas de acero de cada año se producen en el mundo casi la mitad ya se obtiene del reciclaje, con una progresión aplicable a la mayoría de los metales. Esto es gracias a que la mayoría de los que existen pueden fundirse y volver a procesarse creando nuevos elementos. El aluminio, el plomo, acero, cobre, hierro, plata y oro son de fácil reciclaje incluso estando mezclados con otras sustancias ya que son susceptibles de ser fundidos y separados gracias a diversas técnicas. Si comparamos el reciclaje de metales con otros elementos de desecho como el papel comprobamos una clara diferencia: el resultado es ilimitado. Una lata de refresco o la tapicería de un coche son elementos que pueden reciclarse tantas veces se quiera sin que sus propiedades se alteren.
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