La fragmentadora de metales es una maquinaria esencial en la recuperación de la chatarra férrica y no férrica ya que es capaz de reducir a trozos pequeños cualquier paquete de chatarra, a la vez que diseccionar y seleccionar sus componentes, separando los diferentes materiales de cara a su posterior reutilización. Esta maquinaria es el paso final para la recuperación de metales (férricos y no férricos) y para el tratamiento de los vehículos que se han dado de baja en su uso.
El funcionamiento de una fragmentadora se basa en una tolva de alimentación que es la zona por la que llega el material que se desea tratar. Se pueden fragmentar cualquier tipo de material ligero, desde electrodomésticos a muebles de oficina u otros elementos como motos o coches. La tolva es un rotor con una serie de martillos que rotan para poder triturar el material que se introduce en ella hasta convertirlo en pequeños trozos de chatarra. Una vez dentro de este rotor, se sucede una aspiración capaz de separar el polvo o restos de suciedad y trasportarlo hasta un silo de recogida. Mientras tanto, el grueso del material ya fragmentado será trasportado por una cinta hasta una estación separadora en la que vamos a encontrar material férrico, no férrico y material de desecho.
En esta estación, el primer paso es un zigzag mediante cascada que obliga al material a golpearse con las paredes de manera que otra aspiración permite desechar elementos como el plástico o los tejidos, que van directamente al vertedero. Tras este zigzag, los materiales que sí tienen valor se depositan en una bandeja vibradora que los traslada a un tambor magnético dotado de potentes imanes. Es ahí donde se lleva a cabo la separación entre el material férrico y el material no férrico.
El material férrico pasa a otra cinta mientras que el que no atiende al magnetismo por no serlo sigue hacia otro destino bajo la denominación de «Gomas y metales». Se trata de materiales diversos como metales de aluminio, cobre o calamina… Un último tratamiento separará a su vez estos tipos de metal en varias secciones obteniendo finalmente una segregación adecuada de todos los componentes iniciales del bloque.
El resultado del proceso deriva en la obtención de un primer grupo de material de desecho compuesto de elementos como tejidos o gomas que no será reutilizable. Un segundo grupo es el del material férrico (hierro) dispuesto para su venta a fundiciones para el adecuado reciclado con destino a nuevo material. El último grupo consiste en gomas y metales no ferrosos entre los que hay tesoros como el aluminio o el cobre.
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